Se puede entrenar el cerebro para disfrutar del viaje más allá del punto de llegada. En otras palabras, podemos aprender a disfrutar del esfuerzo, a veces doloroso o muy trabajoso, más allá del resultado final que se obtenga de este.
De hecho, cuanto más esfuerzo requiere algo, más tendemos a valorarlo. Esto se desprende de un estudio realizado en la Universidad de Viena en el que los investigadores descubrieron que el hecho de premiar el esfuerzo, y no el resultado, llevó a las personas a buscar tareas más difíciles, incluso si no obtenían recompensas adicionales por ese intento. Nuestra inclinación por hacer cosas difíciles, que nos cuestan mucho o incluso nos hacen sentir mal por momentos (piensen en el esfuerzo físico de un entrenamiento), es lo que los investigadores llaman la “paradoja del esfuerzo”. Esforzarse es costoso y desagradable, pero es algo que los humanos valoramos.
En el experimento, se equipó a 121 personas con electrodos para monitorear su actividad cardiovascular como una medida física de cuán duro estaba trabajando su cerebro en una tarea de memoria estándar. Un grupo de participantes fue recompensado en función de cuánto esfuerzo ejercieron. Otro grupo fue recompensado con cantidades aleatorias de dinero sin importar su esfuerzo. Luego, los mismos participantes tuvieron que completar un desafío cognitivo diferente y resolver un problema matemático y se les permitió elegir la dificultad y se les dijo que no se les pagaría por esta parte del experimento. A pesar de esta falta de recompensa extrínseca, los participantes que fueron previamente recompensados por sus esfuerzos decidieron abordar problemas matemáticos más difíciles en comparación con los participantes que recibieron recompensas al azar. El estudio sugiere que podemos aprender a disfrutar del viaje y de sus desafíos, independientemente del destino. El esfuerzo en sí puede ser gratificante y premiarlo incentiva a las personas a ir por más, aunque no haya un premio externo, sino la dicha intrínseca de haber intentado algo más.
Esto me hizo pensar en los equipos de trabajo, en los que buscamos fomentar el aprendizaje permanente, pero solo se premian los resultados que obtienen las personas. Cuánto más compromiso y esfuerzo se generaría si se premiase cada intento y esfuerzo más allá de lo que se consigue.
Esto no significa ir “por todo” todo el tiempo, el sobreesfuerzo, el agotamiento y las posibles lesiones no son resultados saludables ni deseables. Pero ser capaz de esforzarse es una habilidad útil para lograr metas desafiantes que valoramos. Además, las personas que encuentran significado en sus esfuerzos tienden a reportar una mayor satisfacción y significado en la vida también.